Ocurre con frequencia en las conversaciones que se llega á tratar de lo que las gentes llaman filosofía, de la brevidad de la vida, de la vanidad de todo. Y entonces casi siempre se dice: lo mejor es no pensar en eso, porque no se podría vivir.
Y, sin embargo, lo mejor es pensar en ello, porque sólo así se puede llegar á vivir despierto, no en el sueño de la vida.
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